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concentración plasmática máxima
(Cmax) y el tiempo al que se alcanza
la concentración máxima (tmax). El
primero expresa la biodisponibilidad
en magnitud, es decir, la exposición
del fármaco al organismo. Los
valores de Cmax y tmax miden la
biodisponibilidad en velocidad.
El valor de la biodisponibilidad,
como ocurre con otros parámetros
farmacocinéticos, está sometido a
la influencia de diferentes factores
(ej. edad, interacciones con otros
fármacos o alimentos, ciertas
patologías, perfil genético, etc.). Estos
factores deben ser controlados para
reducir la variabilidad y hacer más
precisa y sensible la evaluación de la
bioequivalencia. Por ello se recurre
habitualmente a realizar los ensayos
de bioequivalencia en voluntarios
sanos lo que no limita, en absoluto,
las conclusiones de estos estudios.
La bioequivalencia, demostrada
mediante un ensayo clínico único,
confiere al genérico la eficacia y
seguridad del medicamento de
referencia incluida, por supuesto,
la variabilidad interindividual. Esta,
que afecta tanto al medicamento
de referencia como al “potencial
genérico” hace prácticamente
imposible la igualdad de sus
respectivas biodisponibilidades.
Por ello, cuando se comparan,
no se pueden aplicar criterios
determinísticos sino principios de
similaridad que han sido establecidos
por las agencias reguladoras
mediante la exigencia de unos límites
de referencia que garanticen que
no existen diferencias significativas
en la eficacia y seguridad entre el
medicamento innovador (referencia)
y el medicamento que pretende
adquirir el estatus de genérico
(potencial genérico). Un ensayo
de bioequivalencia en el que un
medicamento de referencia se
comparase consigo mismo pondría
de manifiesto la existencia de estos
componentes de variabilidad.
Además se demostraría que la
biodisponibilidad no sería idéntica
entre los grupos comparados,
aunque estuvieran recibiendo el
mismo medicamento.
La magnitud de la variabilidad
interindividual, estimada en
los estudios farmacocinéticos
realizados durante el desarrollo
del medicamento innovador, es
fundamental para poder calcular el
número de individuos necesarios
para realizar adecuadamente
un ensayo de bioequivalencia. A
mayor variabilidad interindividual
en los parámetros farmacocinéticos
evaluados, mayor será el número de
individuos necesarios para demostrar,
con fiabilidad estadística, la similitud
de biodisponibilidad entre ambas
formulaciones.
Entre las críticas a la metodología
utilizada en los ensayos de
bioequivalencia se señala que
no reproducen las condiciones
habituales en la práctica clínica
(tipo y estado de los pacientes,
interacciones farmacológicas,
niños, etc.). A este respecto, es
importante aclarar que los ensayos
de bioequivalencia no son una
simulación del uso terapéutico de los
medicamentos, sino un experimento
controlado que representa una de
las fases reconocidas para el método
científico. La biodisponibilidad puede
cambiar bajo la influencia de varios
factores, pero la bioequivalencia
con el medicamento de referencia,
evaluada en las mismas condiciones,
permanece invariable.
Ensayo de bioequivalencia
Las agencias reguladoras (FDA, EMA,
etc.) consideran que “para que un
medicamento sea equivalente a un
medicamento innovador, se requiere
que el intervalo de confianza del 90%
(IC90) de la relación de las medias
geométricas de los parámetros
farmacocinéticos evaluados (ABC,
Cmax) para el potencial genérico
y el medicamento innovador en la
población estudiada está incluido en
el ± 20%”.
El procedimiento a seguir en este tipo
de ensayos requiere habitualmente,
EL PAPEL DE LOS GENÉRICOS DESPUÉS DE 20 AÑOS EN ESPAÑA
BIOEQUIVALENCIA:
EL MITO DEL 20%.